Un buen cristiano, antes y después de
comer, ya sea solo o en compañía de sus seres queridos, da gracias a Dios por
proveerlo del pan de cada día.
Cuando agradecemos a nuestro Padre
Celestial por nuestros alimentos, estamos reconociendo una señal de la
bendición de Él hacia nosotros, pero no debemos olvidar a los pobres que
posiblemente carecen del sustento, del que nosotros disfrutamos, quizás en
abundancia, pidamos a Dios porque ponga en cada mesa el pan de cada día;
Tampoco debemos olvidar a los hambrientos de justicia y del conocimiento de
Dios. Bien, agradezcamos a Dios por nuestros alimentos y pidamos por nuestros
hermanos que no tienen que comer.
0 Comentarios